Compromiso de Año Nuevo

27 de Diciembre de 2000

Las condiciones objetivas para un despegue de la economía chilena están todas presentes. Una economía sana, que cuenta con un vasto equilibrio en sus cuentas macroeconómicas, donde el peso de las regulaciones no entorpece las decisiones de inversión y con la presencia de mano de obra que está al menos en condiciones de ser entrenada adecuadamente. Todo eso, más la experiencia de doce años de continua y sostenida expansión, que llevó el ingreso per cápita a la delantera de Latinoamérica. Un país con empresarios y capacidad para desarrollar ideas y negocios generadores de valor agregado y empleo, y con reconocimiento internacional por su grado de apertura y la transparencia de sus sistemas. Hay pues antecedentes cruciales para reemprender la marcha, uniendo un pasado reciente de éxito y un porvenir prometedor al utilizarse correctamente el potencial.

Pero nos sucede que estamos presos de nuestros propios miedos. Los unos, a enfrentar con decisión un camino que privilegie el empleo, la inversión, el crecimiento, la estabilidad; con ello se daría el paso más fundamental en el objetivo de la equidad. Los otros, llenos de sospechas y temores, alentando muchas veces el círculo vicioso de las malas expectativas. ¿Cuántas veces deben repetirse las lecciones del pasado para sacar de ellas lecciones efectivas? En el camino de los desencuentros, de las contradicciones y las guerrillas verbales, se producen heridas que cuestan cicatrizar y que causan grave daño hacia el mañana, favoreciendo a los que están por un clima de enfrentamiento. Cuando se entra en el terreno de "ustedes" y "nosotros", se empieza a cavar una profunda trinchera, que impide el tener proyectos y progresos comunes e inhibe los sueños de la Patria que todos decimos queremos legar a nuestros hijos. Por ello, el paso primero para salir adelante es el de sincerar posiciones, haciendo más transparentes las legítimas diferencias y construir las propuestas de transformaciones que aseguren el tránsito exitoso por los dos primeros decenios de este siglo.

Así, el mejor compromiso para el nuevo año es el de hacer todo lo necesario para avanzar en torno a nuestros sueños de país, para poder salir adelante con la fuerza de una férrea convicción nacional.

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