Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Clausura del III Encuentro de Investigación.

Se me ha pedido una presentación sobre los temas globales de desarrollo económico, y en particular acerca del rol que en ese contexto cumple el ámbito de investigación y desarrollo. A esta hora de finalización del Encuentro ya no estamos para tablas ni gráficos, porque hemos tenido un día largo, aunque en extremo productivo. Me gustaría subrayar cinco temas que parecen fundamentales en políticas sobre investigación y desarrollo. Quiero comunicar cinco mensajes centrales que se originan tanto en la mirada como economista, como en mi calidad de Rector de una institución que ejerce liderazgo en materia de investigación, y que debe tener, por eso mismo, una opinión respecto a la organización del sistema y su financiamiento en base a una política pública adecuada.

Como un incentivo también para ustedes, que han mostrado su compromiso manteniéndose presente en este Encuentro hasta el final, les voy a dar algunas noticias importantes al culminar de mi exposición. El primer mensaje que tengo en esta presentación es: Chile tiene que hacer sustentable su crecimiento para poder alcanzar el desarrollo económico pleno. El crecimiento económico no es auto-sustentable necesariamente, y crecimiento es un concepto distinto de desarrollo. Lo que hace el crecimiento del producto es garantizar las condiciones básicas para eventualmente alcanzar el desarrollo, pero el proceso de interrelación es complejo y requiere de políticas más allá de permitir el accionar de los mercados. Tengo algunos mensajes adicionales que están vinculados a este mensaje principal.

La hipótesis inicial es que la meta de desarrollo se ubica relativamente lejana en el tiempo. Si uno solamente circunscribe el tema al crecimiento del producto interno bruto, y si asume que el país puede crecer uniformemente un 6% al año hacia el futuro, para alcanzar a España nos quedan algo así como 20 años. Sin embargo, la tasa de crecimiento va a ser más irregular y, además, España se está alejando en el tiempo como resultado de su propio crecimiento. Por ello, se puede pensar que esta meta de desarrollo pleno, que en muchos discursos políticos se pone a veces para el 2010, o para el 2014, está más lejana: solamente considerando el ingreso per cápita de nuestros actuales modestos 5.000 dólares, que hemos logrado con tanto esfuerzo podemos pensar en obtener un desarrollo en más de 20 años. Si consideramos, además, los otros elementos que son inherentes al desarrollo que tienen que ver con inversión y políticas públicas y con la formación de una sociedad mejor, por ponerlo de una manera general, el tema de los plazos es todavía bastante más lejano.

El desarrollo nuestro está orientado a las exportaciones, sin ninguna duda y va a seguir así. No hay otro destino para una economía pequeña como ésta, buscando nichos de exportación dónde poder ganar y sustentar su proceso de crecimiento y desarrollo. Para poder ser exitoso, como muy bien lo saben, hay la necesidad urgente de ponerle mayor valor agregado a las exportaciones. Nuestras exportaciones, que han sido tan exitosas, son muy intensivas en recursos naturales y mano de obra barata, pero eso no nos va a dar el sustento al crecimiento del 6% anual por muchos años, que nosotros queremos, por lo cual el crecimiento en valor agregado es un reto fundamental para la economía, lo cual va mucho más allá de todas las medidas de corto plazo. De ahí surge el esfuerzo que el país tiene que hacer en inversión. Me molesta mucho cuando se dice “gasto” en investigación, porque el “gasto” desaparece, mientras la inversión queda, y por eso resulta correcto hablar de inversión en investigación y desarrollo, como un factor indispensable para la competencia internacional. Si no somos capaces de ponerle inteligencia a lo que estamos produciendo, vamos a ser un país como en los años 60, una economía bastante decente, con un crecimiento promedio de 3,5% por año. Esto significa un crecimiento real, descontando el crecimiento de la población de poco más de 1,5% y ese no es el país que queremos ser. Veo aquí una gran contradicción, entre el país que decimos que queremos ser y el esfuerzo que estamos dispuestos a poner en términos del financiamiento del valor agregado que tenemos que generar para ese país que queremos alcanzar por medio de un crecimiento sustentable.

El mensaje número dos es que para poder alcanzar de alguna manera ese cambio en cultura y en actitud frente a la necesidad de mayor inversión en Ciencia y Tecnología, es fundamental mejorar la calidad y cobertura de la educación en ciencia. La ciencia hoy, para el ciudadano promedio de este país es algo lejano, algo renunciable, casi como una especie de lo que los economistas llaman “bien de lujo”, que puede comprarse o no comprarse, mientras que no ha de ocurrir nada fundamental si no se compra. Esa es la opinión del ciudadano medio, y la opinión de los políticos es todavía peor que ésa, al considerar el costo de oportunidad de los recursos en temas de corto plazo. En efecto, aunque algunos entienden que hay un tema importante en el campo de la investigación, el mismo no rinde frutos en el corto plazo y, en consecuencia, no constituye una de las prioridades en las decisiones. Lamentablemente es así.

De manera que esto permite formular un tema central: cómo abordar el cambio de mentalidades que requerimos para poder facilitar también este cambio de actitud respecto a la inversión en investigación y desarrollo. Uno de los aspectos fundamentales a este respecto, tiene que ver con la educación misma. Una mala educación, como la que tenemos hoy en Chile, es un pésimo medio ambiente para promover la inversión y el desarrollo, entre otras cosas, porque siempre está la excusa que es muy importante poner más recursos en la educación pre-escolar, en la básica, en la media, y no en este tema de investigación y desarrollo, que es renunciable, selecto y de último plazo. Pero, además, una educación de mala calidad forma gente que posteriormente toma decisiones y que no tiene incorporada la importancia y el conocimiento básico sobre aspectos de política nacional tan cruciales como Investigación y Desarrollo. Bruno Phillippi ha dado información respecto a lo que realmente se está haciendo y cuál es la importancia de la toma de decisiones en políticas públicas en esta materia, y que nos deja mayores preocupaciones.

He desarrollado en virtud de mi cargo, una experiencia importante en relación con el mundo político sobre estas materias y constato que la desinformación en este tópico es profunda. Tenemos que hacer el esfuerzo por cambiarlo, y pienso que eso se está haciendo, por ejemplo, en nuestro Instituto de Ciencias Biomédicas o en el Programa de Modelamiento Matemático en Ingeniería, lugares en los cuales hacen un esforzado trabajo en capacitación de profesores, al igual que en varias otras Facultades con estudiantes; pero éstas son gotas en el océano. Tiene que haber un cambio programático en la educación, que tenga que ver con el enfoque y con el tema de la formación de los profesores de ciencia que no ayudan mucho a esta causa, a la importancia que ha de tener la ciencia y la tecnología para una sociedad que madura y progresa.

Es indispensable mejorar la cultura política y empresarial. Creo que por todas estas materias invitamos a Bruno Phillippi, a quien no hay que convencerlo de estas cosas. Hay que hacer esfuerzos también con otros empresarios que entienden menos de este tema, hay que vincularlos más a la universidad, enseñarles lo que estamos haciendo, mostrarles lo importante que es y además, el tipo de esfuerzo comprometido que se hacen en tantas áreas en investigación y que son esencialmente desconocidas por quienes toman decisiones. Para ello debemos preparar un trabajo con ellos, que los vincule con la investigación y los investigadores universitarios. Es necesario también que la investigación comience a ser concebida como requisito para ser universidad, cosa que la política pública no incentiva adecuadamente. Hoy, la gente cree que una universidad es un lugar donde solo “se hacen clases”; pero cuando se piensa en la universidad como una productora de conocimientos, para el promedio ciudadano, eso no es necesariamente una institución universitaria. Aquí hay una mala señal de la política pública. La política pública tiene que crear esta línea divisoria entre la universidad que crea conocimiento y desarrollo de postgrado, y la universidad que legítimamente se enfoca más que nada en los temas docentes que han sido reiteradamente mencionados también en esta reunión. Es el gran tema de la universidad compleja y de las políticas que deben diferenciar a esta universidad de otras entidades de formación superior, como ocurre en todas partes del mundo.

Ahora, el mensaje número tres. No voy a insistir en los temas de aumentar la inversión en investigación y desarrollo, pero también, y como aquí se ha indicado en la última sesión, hay que mejorar la organización y eficiencia del sistema. Mejorar la organización del sistema y su productividad no significa crear nuevas organizaciones para poder ejecutar los mayores recursos que el país consulta para investigación. El aumento de la inversión en Ciencia y Tecnología requiere un acuerdo político de largo plazo. En una reunión del Consorcio de Universidades Estatales con uno de los candidatos presidenciales, manifestó que en realidad cuatro años era tan poco tiempo para hacer cosas importantes en este sentido, porque el primer año había que estarse adaptando un poco a lo que venía para aprenderlo bien con las nuevas autoridades, dos años para hacer cosas y un año para despedirse y que, por lo tanto, veía que era muy difícil poder moverse en la dirección de cambiar cuestiones fundamentales en educación superior y, por cierto, en el sistema de investigación. Esto requiere de un enfoque político distinto, y en las 24 propuestas a punto de ser publicadas y que le he enviado a los candidatos presidenciales para discutir sobre educación, una de ellas, precisamente, tiene que ver con la necesidad de tener al menos un acuerdo de seis años respecto al aumento del producto interno bruto dedicado a investigación y a desarrollo, que debe ser parte del presupuesto público, pero también parte de la empresa privada que tiene que tener instrumentos distintos para hacerlos más atractivos. El Fondo de Innovación va en esta dirección, pero su implementación no puede significar desplazar a CONICYT, organismo en el que hemos invertido mucho para asentarlo y procurar la efectividad de sus políticas.

Nuestro sistema tiene una organización que es bastante anticuada y confusa. El profesor Jorge Allende presentó un gráfico que no requiere de otros comentarios, pero esa confusión tiende a crecer y no tiende a ponerse en orden con lo que estamos tratando de lograr en general en el país que es una reforma del Estado, que tenga como objetivo hacer al Estado más eficiente, particular y necesariamente con la ejecución y la administración de los recursos en investigación y desarrollo.

Estoy de acuerdo con una de las propuestas y es que CONICYT debe estar a un nivel distinto. No debe ser un ministerio, sino que debe ser una oficina presidencial con rango de ministerio y que ese sea, efectivamente, un ejecutor principal en el “Fondo de Fondos” que se propone ahora como un nuevo organismo en el Ministerio de Economía. Vean ustedes lo que ha pasado con la cultura. La cultura hoy ha logrado concitar acuerdos, ha formado alianzas, y tiene un lugar destacado en las políticas a nivel del país; las cosas que ocurren en el ámbito de la cultura, de las artes y de todas las manifestaciones de éste ámbito, tienen al Estado como uno de los actores fundamentales, porque se ha ganado ese espacio y se ha ido creando cultura, y esto es no un ministerio, sino que también una comisión presidencial. Creo que CONICYT no debe pasar a ser un ministerio de segunda categoría, pero sí a una oficina presidencial, saliendo del Ministerio de Educación, donde la gestión es más compleja y más limitada. Lo otro que tiene que ir con esto es seguir diversificando instrumentos. Me alegro mucho de estar informado en relación a las decisiones que se toman respecto al uso, por ejemplo, de los recursos del royalty minero, y ya me he quejado suficientemente de eso, porque parece insólito que cuando se toma una medida de tanta importancia, existe poca discusión previa. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo se generan las políticas en que los actores fundamentales no han tenido una participación en la construcción de lo que ahora ya sabemos hoy, que es un proyecto de ley? Esta diversificación de instrumentos debe ser más participativa y nosotros se lo hemos manifestado así al Ministro de Educación, y esto no solamente está dentro de su ámbito, por cierto, pero me parece que diversificar instrumentos debe hacerse con cuidado, sobre todo pensando en el buen uso de los recursos.

El cuarto mensaje es: resulta fundamental mejorar las políticas de educación superior. Queremos que efectivamente la educación superior sea promotora de una ejecución adecuada de investigación y desarrollo. Creo que el aporte fiscal directo perdió todo sentido. Las cifras que nos expuso esta mañana la profesora Texia Gorman muestran a varias universidades que reciben aporte fiscal directo y que tienen cero publicaciones rankeadas, o ellas son mínimas, y entonces la pregunta es, ¿qué es lo que paga el aporte fiscal directo? Este aporte respaldaba, de alguna manera, el gasto fijo en investigación. Hoy se perdió ese sentido, no se ha repuesto y entonces ya hay muchas universidades que dicen que el aporte fiscal directo tiene que ver con los estudiantes de pregrado y, por lo tanto, ven que la Universidad de Chile, por ejemplo, recibe “demasiado” aporte fiscal directo per cápita. Hay ahí un tema de política que me parece que es fundamental corregir, en la dirección a como se lo hemos planteado al Ministro, que éste aporte siga siendo la contribución básica a las universidades para sustentar el costo fijo de la investigación.

Hay que flexibilizar la gestión en el sistema universitario. Tenemos que enfatizar el dar cuenta del uso de los recursos, porque eso está a nuestro favor, porque usamos los recursos con productos visibles. En este respecto, una noticia importante es que vamos a comenzar este año con convenios de gestión a raíz del MECESUP II, de manera que la universidad tendrá que comprometer productos a ciertos plazos. Tendremos que negociar, todavía no sabemos bien con quien tenemos que hacerlo y los montos de recursos que van a estar en torno al 5 o 10% del aporte fiscal directo que recibe la universidad, recursos que se renovarán permanentemente en la medida que los resultados estén a la vista. Ese es un cambio importante y, por lo tanto, requiere también que la institución haga compromisos de productos de investigación particularmente a dos o tres años de plazo, y ese es un cambio saludable para el sistema y hacia el interior de la Universidad. Junto con eso, otra noticia que va en paralelo, ya que el día de ayer se aprobó en el Congreso Nacional, en la Cámara de Diputados, el último trámite de una ley que nuevamente obliga a las universidades del Estado a tener los controles burocráticos ex -ante de la Contraloría General de la República. Eso lo rigidiza todo, porque sabemos que eso asusta a las empresas que quieren asociarse con nosotros y nos provoca problemas con los proyectos internacionales y los post-doctorales. Todos sabemos que la Contraloría desgraciadamente significa un gasto de tiempo, significa gente que no está muy comprometida con la ejecución de los proyectos, si no que está comprometida básicamente con formalidades que hasta se usan contra el celo universitario de producir para equipararse a entes privados que también usan los mismos recursos del Estado. No es que no queramos control; queremos que los controles sean eficientes, rápidos, comprometidos con el cumplimiento de los objetivos. En la actualidad, prevalece una discriminación, y así lo hemos alegado. La promulgación del nuevo Estatuto de la Universidad va a ser otra oportunidad para retomar este tema, creo que hay un tremendo desbalance en que se nos obliga a generar recursos y competir con las manos atadas.

Lo bueno, sin embargo, es que en el mencionado cuerpo legal se aprobó un artículo que permite que las instituciones del Estado como la Universidad de Chile puedan cancelar hasta once meses como compensación a personas que se jubilan o personas que se retiran por distintas razones de la institución con el compromiso que no son recontratadas bajo ninguna circunstancia. Eso lo vamos a poner en práctica una vez estudiado, porque hemos estado esperándolo por dos o tres años y es muy importante. Aquí hay un cuerpo de funcionarios no académicos significativo e importante que quiere jubilarse y que está esperando esta oportunidad para darle alguna compensación y el compromiso es hacerlo y poner todos esos recursos de ahorro en trabajo académico.

Creo que la política universitaria tiene que favorecer la creación de redes inter-universitarias. El Ministro lo mencionó en una reunión del Consejo de Rectores, y creo que es muy importante para la Universidad de Chile, en el escenario de competencia por recursos que se asignan con criterio regional. El sistema de las universidades estatales de regiones es, en general, bastante débil y la asociación con la Universidad de Chile es relevante para esas universidades, porque así podemos acceder a recursos que tienen focalización en regiones y es importante para las universidades regionales que puedan fortalecer sus programas. De manera que eso es algo que debe buscarse, hay que utilizar los instrumentos efectivos, uno ya está disponible, que es justamente el programa Bicentenario, que pone recursos en las regiones e invita a que hayan asociaciones de empresas o de universidades que estén dispuestas a luchar por los recursos.

El quinto mensaje tiene que ver con nuestra institución. Hay que reforzar las políticas sobre investigación y desarrollo en la Universidad de Chile. Se han hecho avances importantes, sin ninguna duda, como se aprecia en el hecho que existan reuniones en que discutimos estos temas. Hemos escuchado estos planteamientos, y en ninguna otra instancia del país se han discutido temas como acá. Es muy importante y por eso también favorezco que se publiquen los resultados y que sean estos, ojalá, producto de trabajos que ejerzan influencia en el medio político y universitario nacional. Pero hay que ir más allá, hay que hacer más cosas. Desde luego quiero recordar que la línea estratégica de la institución es fortalecer postgrados e investigación, porque esos son sus polos de desarrollo; ese ha sido el compromiso que hemos hecho a nivel del Consejo Universitario y del Senado Universitario. Estamos fortaleciendo a la institución en esa dirección, por esa razón hay una cantidad de programas de doctorado que se han creado y también ha existido un salto importante en la graduación de doctores. El financiamiento y las políticas sobre investigación se han ido remozando y hemos sido tremendamente exitosos en la captación de recursos externos. En un reciente concurso captamos el 44% de los recursos en el sistema y eso es un gran logro, refleja lo que es esta institución, como lo es también el haber captado un tercio casi de los recursos FONDECYT. Asimismo, haber tenido en el último concurso FONDEF nueve proyectos aprobados para la Universidad también refleja, el trabajo que estamos haciendo. En eso no hay discusión, somos la primera universidad, nos va muy bien, pero las políticas internas tienen también que favorecer un poco más el desarrollo de esta área.

Los investigadores no pueden ser los buscadores de los recursos monetarios. Hoy, en gran medida, tienen que serlo de acuerdo a como está conformado el sistema. En el sector público debe haber como 10 oficinas en que hay distintas cajas para poder aplicar, buscar recursos y hay también múltiples opciones con la empresa privada. Por eso es tan importante que organicemos una oficina de desarrollo sustantiva y competente para facilitar a los investigadores este diálogo, tanto con el sistema público como con la empresa privada. Esta es una inversión importantísima. Estuve hace dos semanas atrás en una reunión en la Universidad Nacional de Singapur, donde tienen una oficina de desarrollo como todas las universidades grandes del mundo, donde trabajan más de cien personas, profesionales, que captan más de seis millones de dólares al año en recursos. Hacen una tremenda inversión para poder presentar, vender y conectar talentosos investigadores con las empresas y con las oportunidades de financiamiento. Esos son modelos que vale la pena replicar.

También hay que reforzar los recursos internos, respecto de lo cual hay un anuncio que quiero que ustedes conozcan. Para el próximo año 2006 presentaré al Consejo Universitario una iniciativa para doblar el presupuesto que tenemos para apoyo de proyectos. Pienso que ya está suficientemente probado, durante dos o tres años, el enorme impacto positivo que se ha tenido en investigadores jóvenes, sobre todo en el desarrollo de ciertas disciplinas y para poder promover algunas áreas que están más desventajadas en los sistemas competitivos. Por lo tanto, están todos los argumentos para poder darles un apoyo más importante porque, en definitiva, esos son además recursos que vuelven a las propias Facultades para los proyectos que propician sus académicos.

También tenemos que favorecer nuevos instrumentos para poder darle apoyo al trabajo de investigación. El Parque Científico y Tecnológico es un proyecto planeado a 10 ó 12 años plazo para su completa instalación. Desde luego, y también como un apoyo al desempeño de la investigación, es fundamental el trabajo que hemos estado haciendo en integración de campus, puesto que significa no solo ahorrar recursos, sino que potenciar proyectos transversales que es donde está, posiblemente, la mayor cantidad de oportunidades de investigación en el día de hoy. Vamos también a comenzar a hacer presupuestos por objetivos en las Facultades, en la misma medida en qué la Universidad también tendrá presupuestos por objetivos a nivel de política pública.

Todas estas cosas tienden a consolidar lo que se ha estado haciendo en investigación y desarrollo para poder apoyar el buen trabajo que se da en las Facultades. En nuestra Universidad hacemos un trabajo serio, profesional, competente, que se muestra con números, y en el compromiso que tienen nuestros investigadores, nuestras unidades académicas y eso es algo que vale la pena reseñar permanentemente. He estado en esta reunión todo el día, he escuchado las presentaciones, me he admirado del talento que existe en la Universidad, he admirado también la preocupación que existe por la Universidad por parte de sus investigadores, no solo con los temas puntuales, sino también por los temas nacionales de la política pública, que es la vocación que tenemos que desarrollar permanentemente en la Universidad de Chile. En estos días de internacionalización tenemos que ser una cara del país que, crecientemente, está invirtiendo en eso. Acabamos de hacer un encuentro sobre el tema de las relaciones internacionales de la Universidad que también fue muy numeroso y productivo, porque la Universidad tiene que ser una expresión del país hacia el resto del mundo y ofrecer liderazgo a Chile, pero mirando al mundo y el compromiso es que tenemos que hacerlo en el día de la globalización.

Finalmente, les agradezco a los que han estado presente. Les agradezco que hayan permanecido hasta esta última presentación y que hayan contribuido al desarrollo exitoso de este Encuentro. Quiero agradecer y felicitar tanto al Profesor Camilo Quezada como a la Profesora Texia Gorman por su trabajo, su empeño, su esfuerzo en esto, ya que estas cosas requieren tiempo, requieren momentos que a veces son difíciles. Eso hay que agradecerlo y reconocerlo, cosa que hago con mucha satisfacción a nombre de nuestra institución.

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