Contexto

El Síndrome Metabólico de Resistencia Insulínica (SMRI) es un conjunto de factores de riesgo cardiovascular (obesidad abdominal, hipertensión arterial, dislipidemia e intolerancia a la glucosa) presente también en el niño obeso, que precede en tiempo variable a la Diabetes mellitus 2 (DM2), a la hipertensión arterial y al infarto al miocardio con evidentes repercusiones en la calidad de vida futura.

Este síndrome se asocia estrechamente a la dieta rica en grasa y azúcares y al sedentarismo y tiene como base una susceptibilidad genética-familiar para desarrollar resistencia insulínica.

En los últimos 50 años, las enfermedades metabólicas que incluyen obesidad, Resistencia Insulínica y DM2 han aumentado hasta alcanzar proporciones epidémicas. En el mundo occidental, la intolerancia a la glucosa (IG) alcanza al 17% y la DM2 fluctúa entre un 5 a un 8%.

Aún cuando los estudios de prevalencia de DM2 en niños son escasos por el alto costo y por la escasa utilidad que estos tienen en población pediátrica, su prevalencia fluctúa entre 0.5 a 50 por 1000, con un aumento de casi 10 veces en las dos últimas décadas., existiendo una clara determinación genética estrechamente asociada a cambios en los hábitos de ingesta y actividad física y a la obesidad.

La obesidad en el menor de 15 años ha aumentado de un 5 a un 18 % en los últimos 20 años en nuestro país, asociado ésto a un alto consumo de alimentos hipercalóricos y a la inactividad física. Estudios nacionales muestran que el 30% de los niños que consultan por obesidad portan el SMRI.

Bajo esta realidad, hay consenso en la necesidad de tratar a los niños obesos portadores de este Síndrome por el alto riesgo de enfermedades crónicas degenerativas en la vida adulta. Sin embargo, el tratamiento individual de la obesidad suele ser poco exitoso especialmente si el objetivo es "la disminución del peso corporal" y aborda fundamentalmente aspectos asociados a la dieta, sin considerar todos los factores involucrados en el desbalance energético.

Las costumbres y creencias familiares, los trastornos psicológicos asociados al autocontrol, la necesidad de aumentar el gasto calórico optimizando los procesos oxidativos musculares y la normalización de los trastornos metabólicos favorecedores del sobrepeso, son aspectos que deberían abordarse en un tratamiento integral. Por otra parte, los protocolos de tratamiento donde los padres son incluidos, obtienen mejores resultados a corto y largo plazo, por lo que este aspecto también debe ser considerado.

En la actualidad, el MINSAL está considerando un protocolo de atención integral para niños obesos portadores del Síndrome Metabólico, lo que significará además del costo de las diferentes acciones terapéuticas, la capacitación de equipos integrales de salud que puedan tratar esta enfermedad a nivel nacional.

Resulta por ello necesario evaluar estas intervenciones con relación al impacto sobre el cambio de hábitos y los factores de riesgo cardiovascular y estudiar el costo beneficio de estos programas "curativos" de la obesidad del niño y "preventivos" de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles  con el fin de orientar las políticas públicas que permitan los mejores retornos en salud y calidad de vida, optimizando así los recursos necesarios para tales fines.

 

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