El pasado 19 de agosto:

Prof. Paula Arrieta presentó su libro "Mirar hasta el final. Memoria e imaginación"

Prof. Paula Arrieta presentó su libro "Mirar hasta el final"

Nueve relatos que tienen como punto de partida hitos como el mural recuperado de las bordadoras de Isla Negra, la visita de Sinéad O’Connor y Joan Báez a Chile, el estallido social, el edificio de la UNCTAD III –actual GAM–, el arte en la ciudad, así como el trabajo de artistas como Ana Mendieta, Gonzalo Díaz, Alfredo Jaar, Carl Andre, Carlos Altamirano y Gordon Matta-Clark, entre otros, conforman Mirar hasta el final. Memoria e imaginación (Tiempo Robado editoras, 2023), segundo libro de la artista y académica del Departamento de Teoría de las Artes, Paula Arrieta.

“Este texto nace de una invitación de Claudia Marchant y Gloria Elgueta, de Tiempo Robado editoras, para presentar textos con motivo de los 50 años del golpe de Estado de 1973”, comenta la autora, quien estuvo varios meses pensando cómo enfrentar el tema. “Veníamos de un momento de euforia, esperanza e incertidumbre (el estallido, la convención, etc.) y otro momento posterior de derrota muy dura, que fue el triunfo del Rechazo en el plebiscito. Tenía algunas historias en mente, historias relacionadas con diferentes obras y artistas que referían o marcaban estos últimos 50 años, y decidí cruzarlas con memorias personales, historias familiares o vivencias propias que se relacionaban de una u otra forma con esta gran historia de Chile”, explica.

De ese modo fue dando forma a estos nueve relatos pensados y escritos especialmente para esta publicación, con los que recorre momentos de los últimos 50 años a través de las vivencias personales, familiares, colectivas, y memorias rescatadas: su madre en la UTE el 11 de septiembre de 1973 viendo a Víctor Jara ser llevado por los militares; Joan Báez cantando “Te recuerdo Amanda” en la Parroquia Santa Gemita de Ñuñoa; el periplo de la obra 8 Leaden Ring, de Carl Andre, enviada a Chile en 1973; la visita de Sinéad O’Connor a Chile para el concierto de Amnistía Internacional.

Pensé que llenar los espacios vacíos de la historia oficial sólo podía hacerse desde la imaginación, de la posibilidad de abrir conexiones en primera persona y de esta forma interpelar una suerte de recuerdo emocional colectivo”, agrega la académica sobre este libro que fue presentado por la escritora Alia Trabucco Zerán y por la también académica del Departamento de Teoría de las Artes Laura Lattanzi,  junto a Gloria Elgueta de Tiempo Robado editoras, el pasado 19 de agosto en MAC Parque Forestal.

Paula, ¿cómo se fueron configurando estos relatos, considerando que recorren vivencias personales, familiares, colectivas y memorias rescatadas?
Se trató principalmente de recolectar historias que están a veces un poco dormidas en el recuerdo o que, por su condición biográfica, parecieran no tener lugar en el relato oficial. Pero todas las personas recuerdan los hechos desde su papel en ellos. Por ejemplo, del terremoto del 2010 hay una historia escrita, pero si tú le preguntas a alguien por esa fecha va a empezar por contarte qué estaba haciendo a esa hora, dónde estaba, qué hizo mientras temblaba y dónde fue después, con qué familiares se contactó, etc. Lo mismo pasa con el estallido de 2019. De alguna forma se entiende que hay una brecha entre estas vivencias y el acontecimiento histórico, pero en la práctica y en la vida cotidiana no existe uno sin el otro. De esto se trata cada relato: de inscribir un recuerdo totalmente personal en el relato oficial, y así desafiar eso que Chimamanda Ngozi Adichie llama “la historia única”, que siempre encierra un peligro: el de transformar un hecho en un único relato, excluyendo todo aquello que nos hace sentir la historia como nuestra. Y si nos resignamos a ver la historia como algo de otros entonces perdemos toda posibilidad de tomar las riendas de nuestra realidad.

¿A qué respondió la decisión de titularlo "Mirar hasta el final. Memoria e imaginación"?
Hace un tiempo comencé a leer los libros de la Premio Nobel francesa Annie Ernaux. Me dio la impresión que lo que ella hacía era rodear un acontecimiento personal -muchas veces violento o traumático- y abocarse a la tarea de recordar cada uno de los detalles que lo marcan, recordar y recordar hasta vaciar el hecho mismo. Esto tiene mucho de biográfico, pero también mucho de imaginación, porque es inevitable que al recordar nuestra subjetividad y nuestra historia construyan una y otra vez un relato diferente. Uno de sus textos llamado “El acontecimiento”, donde la autora rearma las angustias, incertidumbres, soledades y opresiones que vivió al decidir abortar cuando era joven, tenía una cita de Yüko Tsushima: “Quizás la memoria solo consista en mirar las cosas hasta el final”. Al leer esto supe que el título tenía que ir por ahí, que eso era exactamente lo que yo estaba haciendo. Además, la mirada en este caso tiene mucho que ver con el arte, que de alguna forma atraviesa cada uno de los relatos.

Por último, ¿cuál es la relevancia que, desde tu perspectiva, tiene revisar la propia historia en este contexto en particular?
El historiador italiano Alessandro Portelli señala que las personas recuerdan en la medida que se sienten cercanas a un acontecimiento, cuando un hecho histórico les importa personalmente. De esas historias, que están llenas de deseos, ficciones, frustraciones e interpretaciones, se va nutriendo en realidad la memoria. En este sentido, reflexiona Portelli, no existiría aquello que llamamos memoria colectiva: sólo tendríamos una red de memorias personales que, en un punto, llegan a un acuerdo político y ético para entender un acontecimiento. Sin estas memorias no existe un compromiso con la historia y sin este compromiso los padecimientos de las personas, los vaivenes del poder sobre ellas, sus esperanzas y sus miedos quedan disponibles para la manipulación discursiva -y política- de la historia oficial. Ese relato lineal, inmóvil, arbitrario y conveniente para algunos es al que tenemos que resistir y para eso tenemos nuestra memoria y toda su capacidad creadora.