Abordar el tiempo como concepto puede ser confuso, ya que tiene muchas aristas. Sus unidades más cotidianas y que aplicamos a en todo momento son: hora, minuto y segundo, día, semana, mes, año, siglo… Utilizado como constante en el campo de la física y las matemáticas, es también una forma de situarnos en la realidad, una manera de organizar la vida. Es esta dualidad entre lo especializado y lo cotidiano lo que provoca que rubros asociados al tiempo, como la relojería, se consideren al margen de lo que ellos distinguen como un campo científico.
Así lo señala Alfredo García, ingeniero comercial de la Universidad de Chile y fundador del sitio de venta de relojes Dando la Hora, un espacio que a través de su canal de Youtube e Instagram ha servido como plataforma de divulgación de estos aparatos, pero no solo para su comercialización, sino que también para abordar su historia. Al respecto, García prefiere distanciarse de la definición del reloj como dispositivo que mide el tiempo, centrándose más en su funcionamiento como mecanismo. “Básicamente es un objeto que tiene un sistema de oscilación de referencia. Esa oscilación en los relojes antiguos eran los péndulos, o sea, se movía una palanquita que iba de un lado a otro. Después, con el tiempo, se transformaron en espirales y después en los cuarzos”, relata.
Es este sistema el que finalmente divide el movimiento de traslación y rotación de la tierra. En otras palabras, como señala Alfredo García, el reloj mide la posición de la Tierra respecto al Sol, una definición que abarca gran parte de la historia de la relojería, que comenzó justamente con el reloj de Sol, una tecnología que ha avanzado desde la técnica y la instrumentación con el objetivo de estudiar y medir el tiempo de manera más precisa.
Así lo señala Víctor Muñoz, profesor asociado del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, quien enfatiza este interés humano por comprender el tiempo. “En un nivel, eso significa decir dónde están las cosas, por ejemplo. También, nos enfrenta a las preguntas ¿está sucediendo ahora?, ¿sucede después?, ¿sucedió antes? Entonces, empieza a haber esta noción bien intuitiva al principio de que tiene que haber algo que terminamos llamándole tiempo”, relata el físico.
El concepto puede tener variaciones según la cultura y región del mundo, aunque su mayor impacto, y con ello, estandarización, vino de la mano del físico Albert Einstein, quien a través de su teoría de la relatividad demostró cómo el tiempo varía en medida de quien observa. Sin embargo, como destaca Muñoz, a través de las ciencias, el tiempo se ha podido delimitar como unidad de medida. “En esta noción de que el tiempo es algo que existe, que lo podemos describir matemáticamente, finalmente lo que hacemos es poner la naturaleza en términos de ecuaciones que podemos resolver”, indica.
El reloj monumental de Casa Central
Otro aspecto más material sobre la medición del tiempo es, por supuesto, la relojería. Como artefactos, han estado presentes desde hace siglos en las sociedades. De mayor o menor tecnología, algunos de ellos se han transformado en objetos patrimoniales. Este es el caso del que se encuentra ubicado en el Ex Palacio de la Real Audiencia de Santiago, instalado en 1868 durante el plan modernizador de Santiago desarrollado por Benjamín Vicuña Mackenna.
También encontramos uno muy particular en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile, edificio patrimonial que desde el 12 de enero de 1929 dispone de un reloj eléctrico de péndulo que, incluso por un tiempo, cumplió la función de ser la hora oficial en Chile, respondiendo así al rol público de la institución. Su funcionamiento ha continuado, incluso después de haber perdido la condición de hora oficial, gracias a la labor de mantenimiento y cuidado que desarrolla Moisés San Martín, técnico eléctrico de la Casa Central, quien destaca sobre este reloj -Construido por la casa de Múnich, de Clemens Riefler- su sistema de bobinado, originalmente pensado para funcionar con una frecuencia de 60 ciclos.
“Aquí en Chile nosotros tenemos una frecuencia de 50, entonces el reloj tiende a adelantarse un poco más (…) Por eso, nosotros cada cierto tiempo estamos regulando en forma artesanal y lo vamos frenando, le vamos cortando la energía para que mantenga más o menos un horario normal”, comenta San Martín.
Tras varios años dedicado a su mantenimiento, él sigue admirando su funcionamiento, al que le guarda mucho respeto. “Yo soy bien curioso en ese aspecto y bien intruso también. Entonces, siempre quise saber más sobre todas estas cosas que son antiguas, que son reliquias y que me llaman mucho la atención. Entonces, empecé a hacer algunas averiguaciones con gente antigua y con algunos documentos hasta que llegué a lo que estoy informando”, afirma.
Si deseas saber más al respecto, te invitamos a revisar el capítulo 133 de Universidad de Chile Podcast, ya disponible en Spotify, Tantaku, Youtube, Google y Apple Podcast.