Se acogió al programa de retiro de funcionarios

Sonia Moreno: La despedida de la “Tía FECh”

Sonia Moreno: La despedida de la “Tía FECh”
Sonia Moreno trabajaba desde 2011 en la Federación de Estudiantes
Sonia Moreno trabajaba desde 2011 en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh).
En 2012 Sonia Moreno fue elegida "reina FECh". En la foto con la presidenta de la época Camila Vallejo.
El año 2012 Sonia Moreno fue elegida "Reina FECh". En la foto, con la presidenta de la época, Camila Vallejo.
La "tía Sonia" participó en diferentes actividades de la FECh, entre ellas los trabajos voluntarios y las fiestas mechonas.
La "tía Sonia" participó en diferentes actividades de la FECh, entre ellas, los trabajos voluntarios y las fiestas mechonas.
La leche con plátano era frecuente en las celebraciones de la FECh durante la gestión de Gabriel Boric, según cuenta Sonia.
La leche con plátano era frecuente en las celebraciones de la FECh durante la gestión de Gabriel Boric, recuerda Sonia.
Durante las fiestas mechonas Sonia compartió con varios artistas, entre ellos León Gieco.
En el marco de las fiestas mechonas, Sonia compartió con varios artistas, entre ellos, León Gieco.
Durante sus años en la FECh, Sonia terminó la enseñanza media y se graduó de Cocina Internacional.
Durante sus años en la FECh, Sonia terminó la enseñanza media y se graduó de Cocina Internacional.

“La jefa”, así le decía a Sonia Moreno el actual Presidente de la República Gabriel Boric, cuando este lideraba la FECh. El apodo nació en medio de un momento álgido de protesta cuando ella los llamó al orden y a que se resguardaran. Ante la enérgica “petición”, todos obedecieron y le otorgaron aquel grado simbólico. 

Sonia Moreno tiene 62 años, tres hijos, y es reconocida como la histórica “tía de la FECh”. Estuvo doce años a cargo del aseo de la sede de la Federación de Estudiantes, pero también de las meriendas caseras, de atenderlos si alguien estaba enfermo, los acompañó a marchas, participó en trabajos voluntarios, colaboró en las actividades culturales, elecciones y fiestas mechonas, entre muchas otras actividades. El 2023 estuvo en todos los actos oficiales alentando a los estudiantes para recomponer la agrupación. No quería irse con la Federación quebrada.

Este año decidió terminar el ciclo y se acogió al programa de retiro para funcionarios, por lo que su contagiosa risa ya no se escucha en la casona estudiantil. “Yo llegué en el 2011, en el momento más difícil de mi vida, porque estaba sola. Me había separado y mis hijos se quedaron con su papá. Para mí fue una gran tristeza, pero cuando llegué acá igual fue un alivio tener a los chiquillos, porque estaba acostumbrada con mucha gente”, relata Sonia, sentada en la sala del plenario de la FECh.

Cumpleaños inolvidable

De todos los momentos que vivió con los líderes estudiantiles de la Universidad de Chile –muchos de los cuáles hoy están en La Moneda o en el Congreso Nacional– uno de los más preciados fue la fiesta sorpresa que le brindaron para celebrar sus 50 años. “Esa fue la alegría más grande. Fue una sorpresa enorme”, recuerda.

Esa mañana los dirigentes le pidieron que fuera a ordenar la sala porque en minutos iban a hacer una conferencia de prensa. Nadie le había avisado y cuando llegó agitada se encontró con carteles y globos. “Nunca se me va a olvidar. Me lo celebró Gabriel Boric con toda su gente, más los funcionarios” ¿Por qué fue tan significativo ese cumpleaños? “Para mí fue muy importante porque nunca tuve cumpleaños, ni cuando chica ni cuando grande”, afirma.

De vuelta al colegio

Durante la década que trabajó en la FECh, la “tía Sonia” logró cumplir una meta personal que tenía pendiente hacía varios años: pudo terminar la enseñanza media y luego graduarse de Cocina Internacional. “Cuando entré aquí Camila Vallejo me dijo ‘señora Sonia, usted no puede estar solo con octavo básico’. Me contaron del programa que había, me mandaron primeramente a estudiar en un instituto de noche y después en mi tercero y cuarto medio”, cuenta. 

Además de alentarla, los estudiantes también la ayudaron a terminar tareas y a superar las frustraciones. “Muchas veces me ayudaron y muchas veces las lloré cuando no podía hacer algo, sobre todo en matemática, que era lo que más me costaba. Me ayudaron en inglés, me ayudaron en todos los ramos. A veces me ponía en la mesa a hacer tareas y los chiquillos se asomaban. Tenía que hacerlo en cualquier ratito, como yo trabajaba y estudiaba. Es tan difícil trabajar y estudiar, pero cuando uno se pone metas y las quiere cumplir, todo el sacrificio no es en vano”, sostiene.

El “autoatentado” FECh

En los años más intensos del movimiento estudiantil, en medio de las demandas para terminar con el lucro en la educación superior o implementar la gratuidad, las marchas eran una actividad frecuente. Allí la participación de Sonia era muy apreciada: les llevaba café o té si hacía frío, limones para combatir el humo de las bombas lacrimógenas e incluso material de primeros auxilios si era necesario. Pero el momento más álgido de “protesta” no ocurrió en la calle, sino en la propia Casa FECh.

Los dirigentes habían decidido acumular los restos de las bombas lacrimógenas que caían en el patio para luego ir a dejarlas en una caja a La Moneda. El problema es que no todas habían explotado y “un angelito” –cuenta Sonia– decidió ocupar una de las que estaba intacta como cenicero. 

“Todo pasó en la sala tres. Yo estaba en la oficina y Camila Vallejo estaba en el baño. Todos salieron pa fuera. Yo buscaba a los Carabineros, yo buscaba toda la revoltura ¿de dónde venía eso? Porque la casa estaba llena de humo. Camila Vallejo no podía bajar, yo no podía salir. Estaba asustada, pensé que ya había empezado de nuevo la chicha. Para nosotros fue un susto. Yo creo que nadie lo va a olvidar porque hasta los chiquillos estaban asustados”, recuerda con una risa nerviosa.

Voluntaria todo terreno

En el 2016 Sonia decidió ir a Pichidegua y se sumó a la caravana de universitarios que viajaba para levantar mediaguas y trabajar con los vecinos. Allí incluso impartió un taller de costura. “Si había que limpiar baños con los chiquillos o cocinar en el colegio, lo hacía. Les ayudaba en todo, era todo terreno. Y me llevé una experiencia linda con ellos. Íbamos a las cosechas de papa e hice un curso de microempresaria con una señora, la señora María, que trabajaba con baba de caracol”, recuerda.

La “Soniatón”

Muchos artistas pasaron por las fiestas FECh: Los Jaivas, León Gieco, Illapu, Manuel García, Ana Tijoux, o Residente de Calle 13. A todos ellos atendió y preparó catering antes de sus presentaciones, sin embargo, la fiesta más significativa fue la “Soniatón”. Se trató de una actividad organizada por los estudiantes para ayudarla a financiar una operación. “Hicieron la Soniatón y llegaron como cinco o seis artistas. Llegó Illapu, Felo, Joe Vasconcelos. También hicimos el video con ‘las 42 frases de la tía Sonia’. Con eso reunimos para operarme del brazo y hacerme la terapia. Yo se los agradezco mucho”.

Una entre mil

Desde marzo, Sonia Moreno está jubilada, pero aún no lo asimila. Aunque está recuperándose de una operación en el hombro, tiene mucha energía y está pensando en proyectos nuevos por hacer. Sobre la FECh afirma que siempre será parte y que “nunca se sacará la camiseta” (Ver vídeo). 

“Quiero agregar algo más”, dice antes de cerrar la conversación, y vuelve al momento previo a su llegada a la Universidad. “Yo sufrí mucho maltrato psicológico por mi marido, entonces dije si esto me espera toda la vida, mejor me separo. Les dejé la casa con todo, los chiquillos se quisieron quedar con él”. Entonces recuerda un momento musical que la marcó: “Siempre me acuerdo, porque cuando me separé estuve ocho meses durmiendo en el suelo, en un colchón, no tenía casi nada y la escuché en una radio chiquita que me llevé. En esa soledad escuché la canción de Manuel Mijares que dice ‘uno entre mil, yo triunfaré’. Y es que yo encuentro que he triunfado”, dice emocionada.

“He salido dos veces adelante sin nada. Me fui de la casa de mi papá con un saquito de ropa, mi hija y no le pedí ni una cuchara a mi mami. Y de mi marido hice lo mismo. Entonces digo ¿por qué una mujer no puede salir adelante a la edad que tenga? ¿Salir a triunfar en la vida? He tenido metas y cumplí las metas que yo misma me propuse y Dios me ha ayudado siempre”, concluye.